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domingo, febrero 10, 2008

 

Las cosas que subyacen

Siempre que asistimos al tumulto de un cambio lo hacemos desde la sangre o la contemplación. Las cosas dan vueltas y se giran sobre si mismas, ofreciendo otra cara de la misma moneda. A menudo tendemos a ver la moneda por una sola cara o referenciarnos dentro de un conjunto como si no formara parte de otro superior. En definitiva, cuando damos un paso adelante, dejamos un pie atrás. Eso no quiere decir que las cosas estén paradas en un sentido, sencillamente, van mas despacio, lo cual hace que no seamos tan conscientes de que se mueven. Algo que se mueve muy despacio da la impresión de estar parado. Todo ello ocurre continuamente, estamos pendientes de unas cosas específicas y dejamos otras de lado, de pronto, súbitamente, saltan a la palestra y ocupan un primer plano que antes no tenían. Volvemos a prestar nuestra atención en las mismas, creyendo que estaban olvidadas, solo estaban ocultas, en nuestro subconsciente. Nos movemos por objetivos concretos. Es como una agenda donde tenemos apuntadas cosas que queremos o tenemos que hacer, la urgencia de unas relega a otras de una semana a otra pero están ahí, esperando su oportunidad de ser resueltas y trabajadas cuando llegue el momento. Tarde o temprano se manifiestan, a veces de forma tardía y urgente, y otras, sin embargo, en el momento preciso en que ha de ser tratadas. Suele ocurrir de forma global e incluso personal, que se manifiesten de forma violenta y con rupturas, sesgando la realidad como si ellas solas lo ocuparan todo, ¿debemos pues dejar las cosas centrales a un lado para ocuparnos de las supuestamente secundarias con toda nuestra energía para que estas no nos golpeen subidamente?. Pudiera ser para mantener un equilibrio y no tener permanentemente la sensación de que nos falta algo.

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